lunes, 8 de enero de 2007

MASTER OF PUPPETS

Master of Puppets

Master of Puppets I'm pulling your strings
twisting your mind and smashing your dreams
Blinded by me, you can't see a thing
Just call my name, `cause I'll hear you scream
Master
Master
Just call my name, `cause I'll hear you scream
Master
Master
.

Advertencia:

El siguiente artículo puede calificarse como un cuento, historia ficticia, novella NOIR, filme epico medieval y derivados, la interpretación no es responsabilidad del tipo que o postea aquí. Cualquier parecido con la Realidad es la ¡REALIDAD!

Fuente: http://www.randomhousemondadori.com.mx/pdfs/diosejercito.pdf

El Yunque hoy

En medio del tumulto, la joven se aproximó y me tendió la

mano. Al corresponder al saludo, dejó en mi palma una hoja

de papel doblada.

—Véala hasta que esté solo —me advirtió antes de que pudiera

decir algo y se marchó.

A solas, desdoblé el papel de su cuaderno escolar. Tenía un

nombre, una dirección de correo electrónico y unas palabras

de impecable caligrafía, que me dirigía:

«Yo fui durante cuatro meses militante del Yunque. Si está

interesado en conocer mi experiencia, le doy mi dirección de

correo para que se ponga en contacto conmigo. Le suplico

discreción, ya que tengo miedo a las represalias que ellos pudieran

tomar. Mil gracias.»

Le escribí de inmediato, y dos días después conocí su experiencia

sobrecogedora, descrita en siete cuartillas a renglón

seguido.

El relato remata así: «Tanto fue el daño que, en vez de

acercarme más a Dios, me alejé de la Iglesia».

Fue en junio. En este 2004. En Durango, en el norte del

país.

En agosto de 2003, en León, Guanajuato, una familia contó

su drama. Una joven, asidua a los ejercicios espirituales de la

parroquia, repentinamente trastocó su habitual comportamiento.

Se tornó hosca, introvertida. Era otra. Enmudecía ante el

interrogatorio paterno y justificaba ausencias inexplicables.

Riñó con padres y hermanos. Después se supo.

Estaba en la Organización, comprometida por sobre todas las cosas.

En Puebla se hilvanan muchas historias, subterráneas casi todas,

como la de Manuel Díaz Cid.

Acompañado de su esposa, Encarnación Terés, hacía sus

rutinarias compras en un supermercado de la capital, el sábado

30 de agosto de 2003, cuando explotó el insulto:

—¡Traidor!

El sujeto miró con desprecio a Díaz Cid y se escabulló entre

los anaqueles, tembloroso de ira.

Tres días antes, el catedrático e investigador había reconocido,

en el diario La Jornada de Oriente, que la Organización

Nacional del Yunque «existe, es sólida, creciente, fuerte» y con

militantes a lo largo de todo el territorio mexicano.

Dolido por la inquina, Díaz Cid se sobrepuso y el lunes 1

de septiembre, la mañana del mismo día en que Vicente Fox

rendía su tercer informe de gobierno, dio detalles sobre la

Organización Nacional del Yunque en la Universidad Popular

Autónoma del Estado de Puebla (UPAEP), la institución que

fundó esa estructura secreta y que hasta la fecha es un semillero

de militantes.

Un retrato de Francisco Franco pendía en la principal pared

de su habitación. El dictador como ejemplo de temple ante

la barbarie anticristiana que se abatía sobre México. Hostil

el consorcio comunista en la universidad de Puebla, era preciso

enfrentarlo.

No había que ser ingenuos: el judaísmo se encubría en las

logias y en los comités rojos. Y la triple alianza sólo podía vencerse

con sus mismas armas, desde la oscuridad, en secreto.

Así nació la Organización Nacional del Yunque, en 1953,

matriz de organismos concebidos como escuadras contra el

enemigo.

Díaz Cid fue el número doce de medio centenar de jóvenes

que juraron, desde entonces, llegar inclusive al sacrificio para

frenar la ola roja y judía, enemiga de la civilización cristiana.

Y, contrarrestado el peligro, edificar la Ciudad de Dios.

«Aunque ustedes no lo crean, en aquel entonces éramos

priistas. Pero con todo lo que sucedió cambiamos. Y luego

pensamos que el poder no se debía votar, sino arrebatar»,

confesó a los estudiantes el fundador del Frente Universitario

Anticomunista (FUA), del que fue su segundo presidente, en

1961.

«Hace cincuenta años, cuando entré al Yunque, era de ultraderecha.

Éramos exclusivos y excluyentes. Hoy me desdigo.»

Retirado recientemente de la Organización, de la que fue

miembro de una especie de Estado Mayor —estratega encargado

de información y análisis a nivel nacional—, Díaz Cid

ha dejado el paso a los jóvenes, incrustados en numerosos

membretes, y que sobre todo han penetrado al Partido Acción

Nacional (PAN) en todos los estados y a los tres niveles de

gobierno.

«Es un grupo muy grande», me dijo en una charla que tuve

con él después de que, por primera vez en Puebla, un militante

reconoció públicamente y dio detalles sobre esa organización

que él fundó, inspirada en los cruzados medievales, en

la idea de sacrificio de Francisco Primo de Rivera, el combatiente

franquista, y en la idea de la conspiración mundial de

judíos, comunistas y masones.

—¿Cuántos, don Manuel? ¿Miles?

—Sí, sí, es un grupo muy grande.

En efecto, camadas de militantes han engrosado, a lo largo

de medio siglo, las filas del ejército de Dios, como se hace llamar

la Organización Nacional del Yunque, fundada con la asesoría

de los Tecos de la Universidad Autónoma de Guadalajara

(UAG).

Son los soldados de Dios, encubiertos en el secreto mediante

membretes de operación pública, como Vanguardia Integradora

Nacionalista (VIN), Frente Universitario Anticomunista

(FUA), Movimiento Universitario de Renovadora Orientación

(MURO), Movimiento Cristianismo Sí, Consejo Nacional de

Estudiantes (CNE), Desarrollo Humano Integral y Acción Ciudadana

(DHIAC), Asociación Nacional Cívica Femenina (Ancifem),

Comité Nacional Provida, Movimiento Testimonio y

Esperanza, Comisión Mexicana de Derechos Humanos, Alianza

Nacional para la Moral, A Favor de lo Mejor, Coordinadora

Ciudadana…

Reacios a hablar de la secta a la que se han entregado, la mentira

como dogma y vía para penetrar en todos los sectores sociales,

los militantes del Yunque se escabullen y, acorralados,

apenas balbucean.

Manuel Espino Barrientos, secretario general del PAN, ha

sido de los escasos panistas que aceptan tener amigos miembros

del Yunque, «de los que me siento muy orgulloso».

Pero juguetea con su militancia en la Organización: ni sí,

ni no; estratagema para burlar el octavo mandamiento.

Y con una sonrisa maliciosa, exclama: «¡A lo mejor sí soy!».

Tanta información posee sobre la extrema derecha en México,

que pensó en hacer un libro. Espinoso el tema, desistió.

—Pero de que el Yunque existe, existe.

—En eso tienes toda la razón.

—Y no está cruzado de brazos.

—También tienes toda la razón.

Un emblemático soldado de Dios es Jorge Serrano Limón, jerarca

del Comité Nacional Provida, uno de los vastos organismos

de fachada del Yunque.

Niega apresuradamente su militancia en las catacumbas,

pero enseguida aclara que no se trata de una organización secreta…

sino reservada, «que es muy diferente».

La Iglesia castiga la mentira.

—Sí, es pecado —repone Serrano Limón, católico ortodoxo.

—Precisamente porque es pecado, le pregunto sobre su

militancia en el Yunque.

—No, no.

Pero minutos después, víctima del arrepentimiento, pide

que se le vuelva a preguntar. «Me dio cargo de conciencia.»

—¿Que le pregunte qué, don Jorge?

—Si pertenezco a…

—¿Y pertenece al Yunque?

—Esa respuesta me la reservo.

—O sea, ni sí ni no.

—No le digo ni sí ni no. Pero se lo digo porque tengo cargo

de conciencia.

Conducta análoga asume el senador panista Jorge Adame, ex

presidente del Movimiento Testimonio y Esperanza, otro de

los membretes y semilleros del Yunque que animó Francisco

Serrano Limón y en el que participa otro de los miembros del

clan, Juan Carlos.

Animador de las peregrinaciones anuales al Cerro del Cubilete,

prosélito de Carlos Medina Plascencia, a quien compara

con Dios, Adame postula: «Toda organización secreta es

inmoral».

—¿Usted forma parte de la Organización Nacional del

Yunque?

—Ni madres. ¿Por qué me tratas de encasillar ahí? Te lo

dije: coincidir en una posición doctrinal, concurrir a un evento

o a un episodio no tiene por qué encasillarme en una pertenencia

que, en mi caso, está definida por el PAN.

—Pero, como católico, ¿jura que no?

—Cuando se entra en temas de conciencia —corta—, se

entra en un terreno que es privado.

Y es que la Organización Nacional del Yunque, insisten

sus militantes, no es secreta. Es reservada. Dice Díaz Cid:

—No es lo mismo. Todos los obispos saben que existimos.

En reuniones plenarias les hemos explicado qué somos y

qué nos proponemos. Unos nos apoyan, otros no. Pero todos

saben.

—¿Tiene futuro una organización «reservada» en México?

—Tiene que cambiar sus métodos. Pero instaurar el reino

de Dios en la Tierra sigue siendo válido.

De todos estos organismos de fachada, que siempre confundieron

incluso a los más avezados observadores de la ultraderecha,

emergió la clase política que hoy controla al PAN, organismos

empresariales, instituciones educativas, organizaciones

políticas nacionales y estatales…

Pero su influencia se extiende fuera de México: España,

Francia, Argentina, Brasil, Perú…

«Yo estuve, en primer lugar, en la fundación en Europa, hacia

1962», revela Eduardo García Suárez, contacto de la Organización

Nacional del Yunque con Ciudad Católica, de España,

fiel aún al franquismo y detractora rotunda de la democracia.

Con Tradición, Familia y Propiedad, extendida a 12 países

del continente, se trabó desde los años sesenta una relación

que perdura. Plinio Correa de Oliveira, su fundador, era y es

modelo para los reclutas de la Organización: mitad monjes,

mitad soldados.

De hecho, Plinio Correa de Oliveira es usado como seudónimo

por miembros de la Organización, como Pablo de la

Cruz, uno de los reclutadores del Yunque en Guanajuato.

García Suárez fue, también, el ariete para la penetración de

los organismos empresariales por parte del Yunque, en el que

se le conoce con el seudónimo de José Carlos.

Nítido el esquema socializante de Luis Echeverría, era preciso

deponer a sus secuaces de la Confederación Patronal de la

República Mexicana (Coparmex), cuyo presidente, Roberto

Guajardo Suárez, auspiciaba el comunismo.

Una maniobra operada por García Suárez, en 1972, depuso

a Guajardo y la historia de los organismos empresariales

dio un quiebre hacia el grupo Monterrey, que lidereaba Eugenio

Garza Sada, ejecutado apenas un año después por la guerrilla

«tolerada» por Echeverría, y quedó en su lugar Andrés

Marcelo Sada.

El Yunque avanzó en la conquista de Coparmex, hasta que

la dominó por completo, en 1980. «Con José Luis Coindreau

tomamos el control», revela García Suárez, presidente del Consejo

Coordinador Empresarial de Puebla y artífice del Pacto

de Chipinque, en Nuevo León, donde el empresariado nacional

declaró la guerra a Echeverría, en 1975.

Ex presidente de la Concanaco en los inicios del primer

tramo del salinismo, García Suárez evoca el propósito de que

Coparmex se levantara como el único interlocutor del gobierno,

una estrategia armada entre otros por Guillermo Velasco

Arzac, Jenofonte, otro de los jerarcas del Yunque, ideólogo de

Fox y de su mujer, Marta Sahagún.

El nuevo secretario particular de Fox, Emilio Goicoechea

Luna, es también miembro de la Organización Nacional del

Yunque, según varios militantes. Ex presidente también de la

Concanaco y jefe nacional de los boy scouts, hace mancuerna

en Los Pinos con Ramón Muñoz, el principal consejero presidencial.

Clave también para la conquista de los organismos empresariales

era la fuerza de la Organización Nacional del Yunque

en otros estados, como Guanajuato, el estado con mayor presencia

de militantes, precisamente donde Jenofonte fue jefe regional

a principios de los setenta.

Pero fue Luciano Ruiz Chávez, Agustín de la Cruz, quien

inició la Organización en Guanajuato, en 1967, con los hermanos

Lourdes, Carlos y Jorge Arturo Zepeda Orozco, primos

de Ana Teresa Aranda, reclutada casi simultáneamente

que Luis Felipe Bravo Mena, presidente del PAN, y el director

de Notimex, la agencia noticiosa del gobierno de Fox, Enrique

Aranda Pedrosa.

«Yo llegué a Guanajuato en 1967 y comencé la Organización

con los Zepeda Orozco. Luego, cuando me fui a Saltillo

y luego a Mérida, me relevó Jenofonte. Él creó la estructura de

la Organización en todo el Bajío», afirma Ruiz Chávez.

Jorge Arturo Zepeda Orozco, actual notario público de

León, es concuño favorito del precandidato presidencial del

PAN, Carlos Medina Plascencia. El suegro de ambos, Juan

Ignacio Padilla García, fue presidente nacional sinarquista, en

los tiempos de Salvador Abascal Infante.

Medina Plascencia, quien sin ser juramentado encarna el

ideal del político católico de la Organización, afirma en su libro

Ahora es cuando, dedicado entre otros a su esposa Martha,

que su suegro fue asesinado:

«El licenciado Padilla tuvo una vida política muy intensa y

su muerte, en un accidente automovilístico, en noviembre de

1968, dejó muchas dudas sobre la verdadera causa. Vivió asediado

de manera constante por el sistema, y sus hijos —tres hombres

y cinco mujeres, de las cuales Martha fue la menor— se

acostumbraron a que lo ‘‘desaparecieron’’ agentes de Gobernación,

a veces pretextando el delito de disolución social.»

La simiente en Guanajuato prendió y ahora uno de sus militantes

gobierna el estado: Juan Carlos Romero Hicks, Agustín

de Iturbide. Su antecesor, Ramón Martín Huerta —quien entró

en reemplazo de Fox—, participó en cursos ideológicos del

Yunque, en San Juan de los Lagos, Jalisco.

Uno de los pupilos reclutados por el Yunque en Guanajuato,

Aarón Soto, habla al respecto: hizo su juramento en un

departamento de León, rentado por Ramón Muñoz Gutiérrez,

Julio Vértiz, coordinador de Innovación Gubernamental de la

Presidencia de la República.

«A los cursos de adiestramiento asistían Luis Felipe Bravo

Mena y Elías Villegas», asegura Soto, quien aporta numerosos

detalles sobre la operación del Yunque en Guanajuato.

Clave en la penetración del Yunque en ese estado fue la

Asociación de Industriales de Guanajuato (AIG), presidida por

Elías Villegas, Pedro, y cuyo director general fue Martín Huerta,

discípulo a su vez, en San Juan de los Lagos, de Jesús Hernández

Ramos, jefe orgánico de la Organización en los Altos

de Jalisco.

Hernández Ramos fue el presidente del III Congreso Mundial

de Familias, celebrado en la Ciudad de México, los últimos

días de marzo de 2004, y fue subordinado del jefe regional

del Yunque en Jalisco, Jorge Kalfópoulos, de quien fue

colaborador Rito Padilla, ex secretario particular de Martín

Huerta en el gobierno de Guanajuato.

La extensa red de influencia de la Organización Nacional del

Yunque, que ha logrado penetrar todas las instituciones, no se

explica sin su fundador, Ramón Plata Moreno, mártir condenado

al olvido por sus propios discípulos.

Asesinado a balazos la Nochebuena de 1979, presuntamente

por agentes de Fernando Gutiérrez Barrios, justo unas

semanas después del paro patronal de Puebla impulsado por

García Suárez y que tuvo repercusiones nacionales, Plata Moreno

había sufrido tres años antes, en la Semana Santa de

1976, un atentado.

Un sujeto de «aspecto caucásico», según él mismo describió

a sus cercanos, se aproximó a la combi que se disponía a

manejar Plata Moreno y le disparó 11 balas, dos de las cuales

le destrozaron el rostro.

Grave de salud, que recuperaría con lentitud, Plata Moreno

se marchó al exilio, a Estados Unidos, en medio de un

completo hermetismo. Regresó, hacia agosto de 1979, sólo para

ser ejecutado la Nochebuena, a lo que sucedió el completo

silencio oficial.

Conocido su retorno por apenas un puñado de seguidores,

se afirma que el asesinato fue consecuencia de una delación

desde dentro de la Organización Nacional del Yunque.

Aun después de muerto, se culpó al director del lasallista

Colegio Benavente de Puebla, Rafael Martínez Cervantes.

Pero el principal sospechoso sigue siendo hasta ahora Lorenzo

Aizpuru, allegado a Gutiérrez Barrios a través Eduardo Langle

Martínez, secretario general de Gobierno en la administración

de Rafael Moreno Valle.

Plata Moreno, descrito por sus seguidores como un hombre

de envidiable mística, fue el contacto de los Tecos de la

Universidad Autónoma de Guadalajara para enraizar la organización

secreta en Puebla. Fue reclutado por el sacerdote jesuita

Manuel Figueroa Luna, incondicional de Carlos Cuesta

Gallardo y los hermanos Leaño, fundadores de esa institución

y de los Tecos.

El papa fue el motivo de la ruptura, en 1965, en la Ciudad

de México. El Yunque se mantuvo fiel a Paulo VI. Los Tecos

lo tildaban de comunista y judaizante. Los yunques organizaron

una plática sobre el Concilio Vaticano II y ratificaron que

el papa jamás podría ser judío.

«Cómo andan diciendo eso», reclamó Raimundo Guerre-

ro en una reunión con Plata, a la que asistió otro teco, Anacleto

González Flores, hijo del «mártir» que el papa llevará a

los altares.

«Piénsenlo», advirtió Guerrero, jefe militar de los Tecos.

«No hay nada que pensar», respondió Plata Moreno.

—¡Entonces, hasta aquí!

—¡Pues hasta aquí!

Convulsos los años setenta, el Yunque organizó, en agosto

de 1975, un encuentro de jóvenes en Los Remedios, Estado

de México. La respuesta del gobierno de Echeverría fue tratar

de matar a Plata Moreno. Y sólo lo logró hasta 1979.

Del crimen, atribuido a agentes de la Dirección Federal de

Seguridad (DFS) a cargo de Fernando Gutiérrez Barrios, nada

se sabe hasta ahora. Y en marzo de 2004, el día 2, se presentó

una denuncia ante la fiscalía especial para delitos del pasado

que encabeza Ignacio Carrillo Prieto.

Una vez que se presentó la denuncia, por parte de Luciano

Ruiz Chávez, Carrillo Prieto se comprometió a investigar, como

consta en entrevista con el reportero.

—Hay personajes del Yunque que están en el poder. ¿Esto

va a obstaculizar las investigaciones?

—No. Los obstáculos pueden ser técnicos, en todo caso.

Hay obstáculos legales, si se quiere mirar así, porque los límites

de la actuación del Ministerio Público son la Constitución

y la ley. Pero no hay ninguno que pueda estar por encima de

la Constitución y las leyes.

»Es decir, que alguien haya tenido, tenga o tuviera alguna

relación con otra persona no le incrementa el grado de su responsabilidad

ni tampoco, desde luego, la puede disminuir ni

atenuar ni, mucho menos, borrar.»

—Hablamos de la ultraderecha, personas que están al lado

de Fox.

—Yo nunca he mirado la geometría, que está mal dicho

así. A mí la topografía ideológica me tiene sin cuidado.

—Ramón Muñoz, cuyo seudónimo es Julio Vértiz, puede

frenar desde la Presidencia de la República y prohibirle una

investigación sobre la organización a la que él pertenece.

—No, don Ramón Muñoz, de toda consideración y respeto,

no hará nunca eso. Primero, porque es un leal y eficaz

servidor público; segundo, porque es un leal y eficaz servidor

del presidente de la República, quien ha impulsado este proceso.

Sería una contradicción flagrante, que es inadmisible

para don Ramón, para don Vicente e inadmisible para el Ministerio

Público.

—Los asesinatos de la Organización Nacional del Yunque,

que es secreta, tienen que ver con Echeverría —se le subraya.

—Mire, tengo que valorar lo que se ha denunciado, porque

no toda denuncia, de manera automática, puede desencadenar

una averiguación previa. Estas cosas hay que mirarlas

con toda la ponderación, serenidad y objetividad que merecen

todos los asuntos de la justicia.

»En su momento, el Ministerio Público podrá acordar lo

que conforme a derecho corresponda. Antes me parece temerario,

improcedente, frívolo, anticipar alguna otra afirmación.»

—¿Aunque se trate de la ultraderecha en el poder?

—Yo no sé si la ultraderecha está en el poder. Yo sé que el

Código Penal no distingue entre ultraderecha, ultraizquierda,

ultraarriba y ultraabajo.

—¿Y si Ramón Muñoz se opone?

—No lo permitiré.

Pasaron las semanas, los meses. Y nada.

«Van a provocar una guerra», advierte Fernando Baños Urquijo,

segundo presidente del MURO, el grupo de choque del

Yunque en la UNAM, sobre la denuncia presentada. «Si lo

que quieren es eso, adelante.»

Fundador de Guardia Unificadora Iberoamericana (GUIA),

organización mediante la cual tenía estrechos lazos con Gutiérrez

Barrios, según los Tecos, Baños Urquijo no quiere saber

nada de la Organización Nacional del Yunque.

«No me interesa», responde Baños Urquijo, más preocupado

ahora en que se deje en libertad al asesino de uno de sus

hermanos. «Yo estoy harto de sangre.»

«¿El Yunque?», pregunta el secretario de Gobernación, Santiago

Creel, y responde. «Lo único que yo sabía es lo que me

contó un ex presidente del PAN.»

—Carlos Castillo Peraza.

—Sí, que tuvo que pactar con ellos.

—¿Y qué más sabe?

—Nada más.

Es el secretario de Gobernación que quiere ser presidente

de México. Pero con él trabajan varios miembros de la Organización,

entre ellos, el subsecretario de Enlace Legislativo,

Humberto Aguilar Coronado; Juan Carlos Espina, asesor; y

Enrique Aranda Pedrosa, director de la agencia de noticias del

gobierno, Notimex.

Son los soldados de Dios. Ellos hablan…

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